lunes, 12 de marzo de 2012

El

Vivía en una pocilga alejada del barrio donde creció y allí pasaba todas las horas de su estúpida vida.
Se mantenía vivo gracias al café. Se levantaba a las 9:35 cada mañana y ya empezaba con su primera taza humeante. Había noches que que solo conseguía conciliar el sueño 2 o 3 horas, pero él a las 9:35 estaba en pie, siempre. Se decía que si no era incapaz de levantarse de su cama y menos aun de concentrarse.
Después del café de las 9:35 llegaba el de las 10:30 y luego el de las 12. Acababa drogado de cafeína, tanto que le temblaban las manos.
Ocupaba sus horas marturbandose horas seguidas, tenía 6 o 7 orgasmos al día y cuando su pene se agotaba, cogía su libreta y escribía hasta hacerse de noche. Podía pasarse días enteros oculto bajo la oscuridad de su triste morada mientras tuviera cerca papel y lápiz para dejar sus delirios correr.
Le diagnosticaron una esquizofrenia aguda y esa era la razón de su exilio. Tenia miedo de si mismo, y de hacer daño a los demás  así que se alejaba del mundo y esperaba ansisoso ese medicamento que le permitiera dejar de tener miedo.
Nunca existió tal medicamento.
Así que nada, solo sexo con desconocidas gordas y feas, delirios por su enfermedad, textos cuerdos cuando conseguía alejarla y masturbaciones saciando su adrenalina. Jamás lo vieron pasearse fuera de esos muros que lo protegían y allí murió y nadie se dio cuenta hasta días mas tarde, que muerte mas triste repetían los diarios!
Lo encontraron rodeado de ceniza y semen, y de infinidad de textos que para el eran mas luz que el sol en pleno julio. Y la verdad es que nadie lo quiso, ni siquiera el mismo.
Fue el miedo a su esquizofrenia, que lo mató. No la esquizofrenia en si.

1 comentario:

  1. Hola! Muchísimas gracias por tus comentarios. Me alegra infinitamente que te gusten las entradas. Por lo que he visto, tu blog mola. Un beso!

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