Vivía en una pocilga alejada del barrio donde creció y allí pasaba todas las horas de su estúpida vida.
Se mantenía vivo gracias al café. Se levantaba a las 9:35 cada mañana y ya empezaba con su primera taza humeante. Había noches que que solo conseguía conciliar el sueño 2 o 3 horas, pero él a las 9:35 estaba en pie, siempre. Se decía que si no era incapaz de levantarse de su cama y menos aun de concentrarse.
Después del café de las 9:35 llegaba el de las 10:30 y luego el de las 12. Acababa drogado de cafeína, tanto que le temblaban las manos.
Ocupaba sus horas marturbandose horas seguidas, tenía 6 o 7 orgasmos al día y cuando su pene se agotaba, cogía su libreta y escribía hasta hacerse de noche. Podía pasarse días enteros oculto bajo la oscuridad de su triste morada mientras tuviera cerca papel y lápiz para dejar sus delirios correr.
Le diagnosticaron una esquizofrenia aguda y esa era la razón de su exilio. Tenia miedo de si mismo, y de hacer daño a los demás así que se alejaba del mundo y esperaba ansisoso ese medicamento que le permitiera dejar de tener miedo.
Nunca existió tal medicamento.
Así que nada, solo sexo con desconocidas gordas y feas, delirios por su enfermedad, textos cuerdos cuando conseguía alejarla y masturbaciones saciando su adrenalina. Jamás lo vieron pasearse fuera de esos muros que lo protegían y allí murió y nadie se dio cuenta hasta días mas tarde, que muerte mas triste repetían los diarios!
Lo encontraron rodeado de ceniza y semen, y de infinidad de textos que para el eran mas luz que el sol en pleno julio. Y la verdad es que nadie lo quiso, ni siquiera el mismo.
Fue el miedo a su esquizofrenia, que lo mató. No la esquizofrenia en si.
Hola! Muchísimas gracias por tus comentarios. Me alegra infinitamente que te gusten las entradas. Por lo que he visto, tu blog mola. Un beso!
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