viernes, 16 de marzo de 2012

Mi tortura

Salió llorando.
Siempre que salía de esa habitación lloraba.
Era la sala de torturas, había miles de instrumentos allí. Palos, pinchos, cuchillos, esposas, cuerdas... Y todo ordenado en un perfecto desorden.
Hacía un año que conocía esa mansión y cuando acudía ahí primero hablábamos,nos besábamos y el limpiaba mi alma con un veneno que casi-mataba. Y luego, las torturas.
Llegaba a mi casa magullada, limpiaba mis heridas con alcohol y la culpa y el dolor en horas de almohada ya manchada de mi llanto y mi propia sangre. Pero nada, siempre volvía. No se que parte retorcida de mi cerebro disfrutaba con todo aquello.
Volvía a levantarme, me gustaba verme en el espejo mientras me cubría con mi mejor vestido rojo, el mas sexy, para agradarle. 
Me veía cogiendo mi bolso y saliendo de nuevo a la calle, hacía esa calle en concreto y picando otra vez a su puerta,
Hola de nuevo solía decirle. 
El me esperaba con una sonrisa cómplice y con mi whisky favorito ya preparado. - Quieres mas? El siempre tan atento.
Y lo mismo de nuevo, el ritual de conversación,besos y torturas varias.
Las heridas nunca cicatrizaban, no les daba tiempo a sanearse que los pinchos volvían a abrirlas, y yo sangraba.


Pero lo peor no era el daño físico, ya estaba acostumbrada al dolor.
Lo peor era la suciedad de mi alma, era su esclava, una masoquista nata , lo sabía y me lucraba con ello, y el también.
Tristemente siempre volvía a picar a esa puerta y no me importaba las miles que pasaban antes que yo, sabía que yo era su favorita y de tanto odiarle, le amaba aún mas.


- Algún día dejare de hacerte daño
Solía mentirme a veces, si me encontraba tan herida que era incapaz de caminar. " yo te llevo a casa" 
" No volveré a herirte"


Siempre las mismas mentiras. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario