sábado, 10 de marzo de 2012

Quizás cuando crezca llegue a entender porque me humillé tanto ante ti,  todas las horas que me costó creer que yo era alguien interesante y grande no sirvieron de nada en cuanto tus mejillas rozaron las mías, horas de trabajo se evaporaron en segundos y caí a tu suerte.
Ya era yo sin nada, o con todo.
Quizás cuando sea mayor entienda porque me volvías tan pequeña, porque fuiste mi debilidad y porque no te deje escapar, aun el paso de las horas marchitando las flores de los árboles, cambiando de estación a estación.
Ninguna estación nueva evaporo esta llama, y a mi me encanta el fuego.

Cuando sea mayor me entenderé contigo, solo hace falta que me de la gana crecer y dejarme marchitar la flor, como hacen los arboles. Quizás si me mezclo con la naturaleza y le pregunto, me enseña algo tan natural para ella como dejar que una flor marchite. Seguro que se muere de pena cada vez que una flor se apaga, y de alegría cuando una nueva nace.
Si me voy de todas y de ti y dejo de creer en imposibles, comprenda que cojones me diste para que este interrogante siga latente, porque no me quisiste, porque te fuiste y sigues lejos.
O quizás entienda que eso es lo que menos importa.

Cuando me ayude a crecer entenderé lo que aun ahora, no comprendo.
Por ahora intentare convencerme que seguir queriendo, o lo que coño sienta,  no es de débiles.
Esta ahí y ya esta, y algún día se irá.

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