lunes, 12 de marzo de 2012

Nuria y Anabel

Me llamo Nuria y tenía una gran amiga que se llamaba Anabel. Teníamos 15 años recién cumplidos, y nos queríamos mucho.
Yo en esa época llevaba el pelo un poco mas corto que ahora,soy morena, tengo los ojos verdes y un corazón que no me cabe en el pecho. Anabel era rubia, femenina, con unas curvas y un cuerpo muy bello aún la corta edad y muy libre y sonriente siempre,
así la recuerdo.


Así que cuando mis padres decidían por mi que tenía que subir a la nieve con ellos, yo, resignada, porque odiaba ponerme esos malditos esquís, me llevaba conmigo a Anabel. 
Pero esta vez no fue como tantas otras, algo nos cambió para siempre.
Ese día helado, después de pasar la mañana esquiando ( o intentándolo) decidimos acabar el día por nuestra cuenta y fuimos al pueblo mas cercano a por marihuana. Y si , claro que nos dieron la hierba , siempre he pensado que es difícil para algunos decir no a tanta belleza, eramos unas locas vividoras y conseguíamos lo que nos proponíamos, siempre.
Calmamos por ese día nuestras ansias de libertad humo, y nos refugiamos en mi casita y su cálidez acostándonos muy pronto, el cansancio deja sus huellas.


Ya de buena mañana, después del almuerzo de rigor y alegando que íbamos  de excursión nos fuimos solas a pasear por prados desiertos de gente donde solo había árboles macetas y flores. Y ahí nos recuerdo, felices de habernos liberado de ataduras familiares, con esa sensación tan agradable que solo da la libertad, atravesando campos a la velocidad perfecta, cuando note la mano de Anabel cogiendo la mía. Todo y no entenderlo le correspondí, me gustaba su piel cálida.
Paramos de andar, y le dejé a ella el sabor de la primera calada, me gustaba observarla mientras fumaba. El porro hacía que mi imaginación volara y le ponía forma a las nubes, le contaba historias inventadas sobre ellas y Anabel se reía y yo no quería que parara de hacerlo así que solo decía tonterías pero creo que en el fondo daban igual las palabras, y quizás ella pensaba lo mismo porque se acercó a mi boca y me callo con un beso.
Sentí  miedo, era la primera vez que me besaban pero no frené, y  algo que aún no conocía se apoderó de mi, era un deseo tan fuerte que ni siquiera podía pensar en nada mas. En ese momento fue la primera vez que comprendí el poder que tiene el amor. Seguí besándola y me permití oírme jadear, pero solo podía fijar mi mirada en sus ojos, que a la par observaban los míos con un brillo musical, sonreían.
Hacía mucho frío, era tarde de pleno enero pero empezó a desvestirme sin alejar su mirada de la mía, hilo hipnótico nos unía, cada prenda que caía al suelo hacía que mi calor aumentara, el frío perdió toda su importancia. Igual que el entorno, el tiempo, hasta el cosmos.
Cada vez jadeábamos mas deprisa exteriorizando así un amor escondido que ni habíamos sido conscientes hasta ahora de su grandeza, y me permití quitarle el jersey, lentamente, absorbiendo ese olor corporal que ahora lo comprendía,me volvía loca. Analicé sus pequeños pechos con mis dedos, chupe su pezón erecto, y tuve que volver a besarla, no podía reprimir las ansias de volver a rozar sus labios.Desabrochó mi pantalón decidida, ya lujuria, como ella era cuando me follaba,  y la tumbé debajo de mi, vigilando ese momento y guiándola.. Fue entonces cuando mis manos inexpertas la penetraron y fue tanto el calor que me invadió que no pude parar de hacerlo una y otra vez y otra a la par con sus explosiones en gritos. 
Y decidí que podría quedarme dentro de ella el resto de mi vida.
Pero levanté ligeramente mi cabeza y me di cuenta que un pastor nos observaba quieto y tenso y eso me llevo de nuevo a la realidad, me secuestraron mi propio paraíso. 
La frené con un beso, le dije lo que era mi primer te quiero  y nos vestimos sonriendo, rápidamente, sonrojadas y felices. Y corrimos llenas de vida.


En ese momento comprendí que jamás iba a contárselo a nadie, sería nuestro secreto, comprendí que era capaz de amar a alguien mas que a mi misma y que no permitiría que ni mis padres, ni la sociedad, ni NADIE me separara de ella.
Jamás he vuelto a sentir un amor tan puro como el que con ella brotó.
Nunca nos cuestionamos si lo que hacíamos estaba bien o mal, simplemente, lo hacíamos. El verbo amor se materializo en un cuerpo de mujer.


Lo que si me cuestiono ahora es si volveré a sentir algo parecido alguna vez, cuando la inocencia de esa edad se acabó y cuando al experiencia quebró tantas cosas. 
Fuiste dulce libertad.



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