martes, 10 de abril de 2012

El compromiso.

Supongo que era la parte mala de no querer compromiso.
Llegaba a su casa y compartía almohada con la soledad, solo la penetraban sus dedos cuando se trataba de hacerlo con alguna pizca de amor, y de amor propio andaba sobrada. 
La soledad es insoportable, pero decir te amo sin ser cierto para evitarla, es aún peor. 
Ainoa no amaba, ni dejaba que nadie lo hiciera y lo que algunos lo veían como un drama para ella era su salvación, una etapa necesaria.
Y da igual cuantos cigarros había consumido esperando en vano, las vueltas en la noria,o el cobijo efímero. 
Ya no compartía escritos, ni libros, ni orgasmos al alba, ni besos dulces con sabor a café recién echo, cenas con velas y champán, o duchas excitantes jaboneando otro cuerpo. 
Ni siquiera se acordaba que era dar amor respirando lentamente su olor y refugiando al otro con su calor. 


Se dedicaba solo a vivir y se hacia grande a cada paso pero cuando se hacía de noche se preguntaba: 
" Y si alguien viniera conmigo, cogiendo mi mano y viajáramos juntas? " 
Compartir momentos delante de una estufa... Era agridulce, quizás nunca es tarde y todo pasa y de vez en cuando un ser humano necesita el piel contra piel, no?
Por algo hablan tanto de ello en los cuentos, todos lo buscan y a Ainoa se le olvidaba...Es tan fácil no pensar, a veces.
Así que intentaba estar sola y llenarse de otras cosas, por lo menos lo intentaba sabiendo que el día que otra persona llegara seria la relación mas brillante que tubo jamás.


Tiempo al tiempo, pequeña.

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