jueves, 10 de mayo de 2012

Hasta con muñones

Andábamos como locas por las calles sin saber que pasaría al cruzar esa esquina. Estábamos borrachas y me gustaba aproximar-la a mi cuerpo y notar como temblaba. 
Era excitante, era divertido. Y la cuidad era nuestra. 
Tu pena no me absorbía y tu te alimentabas de mi energía inacabable. 
Yo te adoraba a ti, pero no a tus miedos. Que irónico es el destino. 
Ahora era yo quien huía de las cosas que una no puede controlar, tu ya me entiendes. 
Pero tampoco se si así me sentía mas o menos segura. 
Solo se que te cogía de la mano y era como estar en casa, o algo así. 
Pero me fui.
Te deje con ellos, no supe quitártelos. 
Quizá esto me persiga de por vida, seguro que si. Pero lo hice.
Jamás luchaste como yo lo hacía, con manos de gata arañando cada problema y arrancándolo de raíz , que mas daba cuantas noches desperdicié haciéndome daño en unas manos casi ensangrentadas de tanto tirar hacia delante. Resulta que conseguía salir, con las manos muñones, sudorosas y tanto llanto secándose por fin.
Pero tu no. 
Eras como un pájaro atrapado en una cárcel que tu misma habías construido. Y ami me dolía, yo solo quería verte volar. 
Muy por encima de amarte, de llevarte al cine o de hacerte espaguetis a la carbonara mientras fumas un cigarro frente al televisor. Era importante para mi que te salvaras. 
Quizá eras demasiado importante para mi, tanto, que por eso me marche.
Y ya no había marcha atrás para nada. Y me daba igual lo que dijeran luego, hacia tiempo que había dejado de importarme lo que los demás pensaran.


¿ Que harías tu ? Culparte. La inseguridad es tan escurridiza que se cuela en cada esquina de tu cuerpo sin darle permiso. 
O usarías tu indiferencia como escudo? 
Esto de los sentimientos es jodido, cuando alguien te importa de verdad ahí estarás en sus llantos, sus alegrías y sus ganas de volar. 
Para siempre, o eso se dice.

No hay comentarios:

Publicar un comentario